jueves, 11 de septiembre de 2008

Homenaje

El 11 de Septiembre de 1973 en Chile cayó mucho más que un gobierno….murió un hombre que fue un ejemplo claro de amor a la vida y al crecimiento personal. Un hombre que luchó por sus ideales, sin torcer su rumbo, llegando al gobierno tras 20 años de campaña y manteniendo sus convicciones pese a las condiciones adversas. Que, incluso, prefirió la muerte antes de ceder en su lucha, que prefirió defender los intereses del pueblo chileno a una vida confortable producto de su prestigio y su poder. Pero, además de morir un hombre murió el sueño de un pueblo, y digo sólo el sueño por no decir que se ha condenado a la muerte en vida a este pueblo. Hoy día no se puede comprender como un pueblo que antaño ha mostrado semejante pasión por la vida, se halle muerto, cumpliendo con las tareas vacías de la vida cotidiana que sirve al modelo neoliberal.
Hay una gran discusión en Chile en cuanto a si Salvador Allende realmente pensaba que podía llevar a cabo su utopía, la de poder a llegar al socialismo por la vía pacífica, o si realmente lo que quería era marcar la historia de la humanidad con su muerte para que cada uno saque sus propias conclusiones acerca de la necesidad o no de la violencia para poder lograr en nuestro mundo la única paz verdadera y duradera que es la que deriva de la justicia, la cual se torna impracticable dentro de una estructura de clases antagónicas. Pero en fin, la historia no la hacen los hombres, la palabra definitiva la tienen los pueblos, y el gran apoyo que tuvo Allende por parte de un pueblo chileno despierto marca no sólo una necesidad de los chilenos, sino también la necesidad de gran parte de una humanidad entera que espera, como el agua manteniendo la presión, que se abra una pequeña rendija por la cual penetrar con fuerza a manera de poder romper esa pared que la separa de la vida plena.
Claro está que hacen falta líderes, que no sólo posean capacidad, sino que también sean grandes hombres al servicio de la humanidad, como lo fue Allende, y que tengan como diría Joaquín Sabina: “Los pies en el barrio y el grito en el cielo”.

Facundo Fernández

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